viernes, 15 de julio de 2011

El Monasterio de Drakhapo

Amanece nublado pero no llueve. Cuando vamos hacia el desayuno saco una foto de cómo son los tejados en Bhutan. Son de tablas y las sujetan con unos pedruscos de tamaño considerable, esto es así tanto en las cabañas como en los edificios oficiales, hoteles...... nos dicen que es por el viento,  cuando sopla fuerte se lleva todo el tejado si no es por las piedras.


Hoy salimos los tres solos con nuestro guía Karma y el conductor Golpa. A unos 6 km de Paro en dirección Thimphu, la capital, tomamos un desvío por una pista infame que durante 5 km nos somete a un masaje horrible dentro del vehiculo.

Vamos a visitar el monasterio de Drakhapo, colgado de una roca y que es un lugar importante de peregrinaje sobre todo para personas mayores. En las puertas de un pequeño monasterio de niños monjes empezamos a caminar, desde un molino de oracion, hacia el pequeño monasterio que divisamos arriba en una roca.


La gente que llega hasta aquí son mayores y vienen a expiar sus malas acciones durante su vida para pasar a la siguiente reencarnación más rápido cuando mueran. Para ello tienen que dar 108 vueltas por un camino que rodea todo el peñasco del monasterio (30 minutos por vuelta). Subimos hasta situarnos debajo del pequeño monasterio.

Pronto vemos a los primeros grupos de ancianos que descansan del esfuerzo de hacer el recorrido alrededor del templo.



Reanudan la marcha mientras nosotros nos reponemos de la subida hasta aquí, seguimos estando por encima de los 2.500 m, y las cuestas se notan.

Reanudamos la subida y al poco ya tenemos la cima del peñasco a la vista, hay que rodearlo y bajar por el lado contrario a la entrada del monasterio. Karma nos empieza a contar la historia del lugar



Un poco más arriba asistimos a una de esas sorpresas que nos regala Bhutan todos los días. Las ancianas se han sentado en un cortado sobre el valle y cantan una oración hacia el vacío que tienen delante. Es conmovedor.




Hay que oír el momento, con la banda sonora original, para hacerse una idea de la escena. Lo he grabado en tres partes para poder subirlo más fácil al blog. Pon alto el volumen, que impresiona.





Una vez recuperado el aliento por el esfuerzo y la escena seguimos para arriba. Pienso en las 108 veces que repetirán el mismo recorrido. 



Llegamos a un punto importante para el budismo de Bhutan. Una roca rajada que según la tradición partió un Maestro Lama Rimpoche cuando se enfrentó con un diablo que habitaba en este lugar. El episodio dio lugar a la construcción del pequeño monasterio en un hueco de la roca que realizó el lama con sus poderes.


Karma nos cuenta la historia completa de la pelea, el lugar está lleno de banderas de oración.


Bajamos al templo rodeando el peñasco. El alero está lleno de ofrendas y el templo desafía la ley de gravedad.

Nos descalzamos, hay que pasar por un pasillo estrecho que da a una especie de balcón que cuelga del vacío, impresiona un poco.



Luego hay que subir, en calcetines, por una rudimentaria escalera con todo el precipicio a la izquierda. Los ancianos subirán 108 veces y la volverán a bajar después de orar en la capilla.


Entramos en una sala alargada con un ventanal sobre el valle. No foto, no vídeos. En una esquina hay un solo lama recitando “mantras”, hace una pausa y nos ofrece una alfombra para sentarnos, estamos solos. Karma nos indica que aprovechemos el lugar para meditar un rato, cerramos los ojos y te quedas como flotando, escuchando el rezo monocorde del monje que de vez en cuando toca un tambor tibetano o hace sonar la campanilla. Impresiona pensar que pasa su vida de esta forma.

Después de un rato el monje nos ofrece tomar un té que aceptamos, el mismo va a prepararlo y mientras entramos a ver la capilla. Nos ha traído té, galletas, y arroz tostado. Karma nos indica que podemos dejar un poco de dinero como agradecimiento, le pregunto que donde lo dejo……. y sorprendentemente me dice que lo ponga dentro del arroz tostado que estábamos comiendo.

Iniciamos el descenso hasta el vehículo, seguimos encontrando ancianos por el camino.



Al volver a pasar por el monasterio inferior hemos hecho algunas fotos a los jóvenes  aprendices de monje mientras se dedicaban a sus actividades diarias







Un avión de Drukair, la única compañía que vuela a Bhutan, rompe la calma. Pasa muy cerca del lugar mientras gira delante de los montes para enfilar el complicado aeropuerto de Paro.




El día no termina aquí, ni mucho menos, pero eso lo contaré en otra entrada.

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